Comentario
Desde el punto de vista artístico, la aportación que los Gupta hicieron a la estética india fue fundamental. En la admirable y riquísima literatura védica, que se recopiló, analizó y clasificó en esta era cultural, encontramos un tesoro de motivos estéticos, que el arte indio interpretará religiosamente a lo largo de toda su historia. Entre los textos sagrados destacan por su interés artístico los Sastras o Sutras: por un lado, los Vastu-Sastras, tratados arquitectónicos que ayudan al hombre a realizar en la tierra los templos-moradas de sus dioses; y por otro, los Silpa-Sastras, tratados figurativos en cuyo estudio se forman los pintores y escultores para lograr captar en sus imágenes lo divino y lo transcendental.
Los Sastras, a pesar de su detallada normativa, no menoscaban la libertad creativa, pues como ellos mismos postulan "el artista está antes que los formuladores de leyes con sus códigos sobre el arte... y... así como la obediencia a los dogmas no hace al creyente, tampoco un hombre se vuelve artista siguiendo servilmente el código de un arte". (En Abanindranath Tagore: "Arte y Anatomía Hindúes". Palma de Mallorca, 1986. Tradición Unánime, p. 15.) Hay que tener en cuenta además que los Sastras se interpretan fundamentalmente cuando el artista trabaja aspectos religiosos destinados al culto, aunque sean muy apreciados también por artistas laicos que se dedican a otros géneros.
El origen incierto de los Sastras se remonta al Período Védico (1500-600 a. C.), cuando los tratados sagrados se transmitían oralmente y, aunque al principio fueran una miscelánea anárquica de reglas rituales, fueron analizándose y manuscribiéndose paulatinamente a lo largo del Período Brahmánico (600-300 a. C.), hasta formar los textos a los que nos referimos. Pero, es precisamente en estos momentos cuando el espíritu analítico indio, aumentado por el enciclopedismo Gupta, define géneros, técnicas y cánones interpretativos hasta configurar definitivamente los principales Sastras: Manasara, Kshayavridhi, Vishnudhar-mottaram e, incluso, Kamasutra, entre los más importantes. Contienen a su vez varios textos que definen determinados órdenes arquitectónicos e iconográficos y explican cómo la contemplación reflexiva de las formas naturales lleva al artista hasta un idealismo conceptual y al contemplador a la visión de una realidad superior transcendente.
Importantísimo es el texto de los Sadanga o Seis Principios pictóricos que ayudan al artista a comprender el pleno significado de su creación artística. Estos principios tienen un orden más lógico que jerárquico y diferencian en sus títulos los principales (Ciencias) de los auxiliares (Sentidos). A partir del siglo IV d. C., la estética Gupta añadió dos principios más a los Sadanga, resultando: Rupa-Bheda o Ciencia de las Formas:
Rupa significa tanto la forma sensible como la forma mental, mientras Bheda diferencia entre las formas que tienen vida y belleza de las que no lo tienen. Cuando nos aproximamos a una forma, la mera visión nos da tan sólo variedad, de manera que poco puede diferir la visión de una persona de la de otra; la vista nunca nos revelará el espíritu encerrado en la materia ni la verdad disimulada en ella. La visión del alma es la única que da una auténtica diversidad a las formas. Dicho de otro modo, la Ciencia de las Formas es el análisis y la síntesis de las formas no sólo por nuestros sentidos sino también por nuestro espíritu.
Pramani o Sentido de las Relaciones: Este sentido se refiere a las reglas o aspectos artísticos que permiten comprobar al artista si su análisis y síntesis de las formas es correcto, si ha conseguido con éxito su objetivo al tratar las formas. Es un sentido generalizado en toda la naturaleza, no sólo en el hombre, y con este instrumento crecemos y nos desarrollamos midiéndolo todo material y espiritualmente; gracias a él conseguimos expresar correctamente ideas y sentimientos.
Bhava o Ciencia del Sentimiento: La influencia de los sentimientos sobre la forma determina la variedad de actitudes de la misma, porque los cambios de actitud que presenta la forma son el lado visible y palpable de los sentimientos. En el arte, Bhava siempre va unido a Byangya (Poder de Sugestión) que se encarga de revelar el espíritu y el sentido ocultos tras la variedad formal. Para conseguir una obra de arte, el artista debe alcanzar las sugerencias ocultas bajo el lado visible de la forma y revelarlas.
Lavanna-Yojanam o el Sentido de la Gracia: Directamente relacionado con el mundo del teatro y de la danza a cuyos intérpretes toma como modelos en múltiples ocasiones, el Sentido de la Gracia contiene el movimiento excesivo y falto de dignidad que muestran las formas cuando el sentimiento las perturba. Es la cualidad artística más discreta y embellece todas las manifestaciones del sentimiento.
Sadrisyam o Ciencia de las Comparaciones:Gracias a Sadrisyam el arte indio desarrolla toda una práctica basada en la naturaleza por la que compara, por ejemplo, los pies de una diosa con el loto y construye toda una etnia digna de dioses. Pero al igual que en las metáforas literarias, no es una mera analogía formal; precisamente a través de formas distintas se provocan las mismas sensaciones, porque es en los sentimientos donde reside la verdadera analogía.
Varnika-Bhanga o Ciencia de los Colores: A pesar de ser el último Sadanga tradicional, los sabios insisten en su dificultad, porque sin la soltura técnica necesaria para captar y plasmar los colores no se puede tener éxito. Además, Varnika-Bhanga trasciende el mero valor cromático para dotar a los colores de significados tales como dinamismo, aroma, calor: la esencial realidad de una flor al sol.
Rasa o Quintaesencia del Gusto: El clasicismo Gupta quiso completar los Sadanga con algo tan difícil de definir como la cualidad artística, imposible de comunicarse o de adquirirse. Quizá la forma más práctica de que los occidentales comprendamos esta verdadera grandeza es compararla con lo que los romanos llamaron divinus afflatus, el soplo divino que dota a la obra de una vida inmortal.
Chanda o el Ritmo: Chanda es el ritmo vital, aquel que obliga a una exaltación gozosa. Da vida, movimiento y alegría al espíritu del artista que lo transporta a su obra hasta hacer que la materia obedezca al espíritu. El espíritu está sin color y sin vida y la fuerza gozosa es la pintura de colores varios que insufla al muro vida y movimiento y lo adorna con formas y colores.
Esta ha sido la difícil misión del artista indio que, siempre anónimo, dedicó su esfuerzo como si se tratara de una oración o un sacrificio a una obra concreta para un lugar, tiempo y ritual perfectamente definidos, quedando así al margen de la valoración del artista occidental moderno y de sus obras exhibidas en las más prestigiosas galerías de arte.
El artista indio participa de la obra creadora de la naturaleza, y obtiene una autorregeneración con su trabajo, purificación de la que participa también el espectador al contemplar dicha creación. Actuando así, el artista renuncia a su protagonismo social para convertirse en puente entre lo humano y lo divino. Este proceso creativo implica una profunda e imprescindible adecuación anímica, ejercitada a través de la meditación y el yoga.